Creo que, a fin de cuentas, lo que a uno le permite decir
que es novelista es haber escrito algunas novelas y seguir sintiéndolas como
parte de su biografía.
Escribir una novela es casi como vivir una vida.
Pienso que la condición de novelista es antes un estado que
una actividad remunerada. Uno es novelista porque escribe novelas, porque piensa en
ellas, porque se proyecta a través de las novelas que escribe.
Quien haya escrito aunque sólo sea un párrafo de ficción me
entenderá. Somos novelistas, sobre todo, cuando escribimos una novela, porque
escribimos dentro de ella. Luego, al poner el punto final, somos novelistas a
medias, desamparados, en busca de una nueva novela.
Escribir es un acto solitario. El novelista debe aprender a
estar solo.
Esto desde luego no quiere decir que un novelista pueda
abstraerse de las condiciones históricas, sociales y biográficas. En parte, una
novela es también el resultado de factores que el propio novelista no decide.
El novelista debe retirarse para escribir, pero nunca se aísla en una burbuja.
Que el aire fresco entre en nuestra habitación por la
ventana abierta.
A lo largo del río de la historia, hay novelistas que han
escrito a favor de la corriente y novelistas que han escrito tras caer
desfallecidos en la orilla, después de haber nadado con denuedo para no verse
arrastrados por las aguas.
Tolstói es autor de una de las mejores novelas de todos los
tiempos, Guerra y paz. Dostoievski es autor de una de las mejores novelas de
todos los tiempos, Crimen y castigo. Tolstoi era conde, rico, disponía de
toneladas de tiempo libre. Dostoievski fue condenado a muerte por sus ideas y
sufrió prisión.
Ni toda la riqueza ni todo el tiempo del mundo bastan para
escribir una gran novela. Las condenas a muerte y las rejas de las prisiones no
dan talento a quien no lo tiene.
No nos quejemos tanto, amigo escritor. Somos escritores
minoritarios en una época de confusión, de lectores desorientados y falsos
prestigios, de acuerdo, pero ¿cuándo hubo una época dorada para los escritores
de verdad?
Mateo Alemán huyó a América y allí se perdió. Daniel Defoe
fue humillado en la picota. Diderot, me dice un amigo, escribió uno de sus
mejores libros en un cuartucho, donde se había puesto a salvo de los autoritarios durante unos días.
Me identifico,es verdad que al terminar de escribir una novela somos novelistas a medias,huérfanos y vacíos de lo que nos llena.Siento la necesidad constante de tener siempre activo mi mundo imaginario,creativo,sin proyecto literario me apago.La Novelista.Eva Maria Navarro
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