Un apunte sobre la novela
Contexto: España, abril de 2016
Podemos estar de acuerdo en que,
en comparación con otras épocas, la que vivimos muestra un claro agotamiento de
la novela y demás géneros narrativos literarios, tanto en términos de lectores
como en términos de calidad.
Los factores de este
agotamiento, evidente para todos los que amamos la literatura (evidente no sólo
en las letras españolas), quizá puedan agruparse en tres campos.
El primero es la hegemonía de la
narrativa audiovisual. Las películas, cualquiera que sea su soporte, cine,
televisión o vídeo, han demostrado una gran eficacia y han conquistado el
imaginario de la mayoría de los individuos.
El segundo tiene que ver con la
sustitución de una cultura humanista por otra de corte corporativo. Digo
“corporativo”, no “empresarial”. Se han antepuesto la publicidad al debate, los
prestigios inflados al talento, las ventas a la calidad de la obra. Los
intereses de todo tipo han ahogado la cultura literaria y han domesticado la
palabra, nuestra herramienta intelectual.
En el tercer campo estarían los
factores de tipo endógeno. La condescendencia con experimentos formales atrevidos
pero fallidos. El desequilibrio que muchos autores han aceptado entre el tiempo
que dedican a la promoción y el que dedican a la lectura, el estudio y la
creación. La falta de autoexigencia.
Existen alternativas. Me gusta
pensar que sí existen alternativas.
Aún hay un lector que quiere
leer un buen libro.