Novelas Plurales

Novelas Plurales: La alambrada, Olga y la ciudad, Actores sin papel, Noticias del fin del mundo.

«Mientras algunos se obstinan en destruir, unos pocos nos empeñamos en seguir creando»

5 de diciembre de 2015

INTERFERENCIAS: Una papeleta de voto mágica

Somos muchas las personas que desde hace años abogamos por una mayor participación de los ciudadanos en las democracias contemporáneas. La participación tiene muchas facetas. El ejercicio de las libertades de expresión, asociación o manifestación puede ser visto, por una parte, como un derecho y, por tanto, como un fin en sí mismo. Por otro lado, la participación tiene el objetivo legítimo y declarado de conseguir afianzar la representatividad de los legisladores y gobernantes. Los grupos de presión y los intereses corporativos y de otro tipo nunca se toman vacaciones. Cuando los ciudadanos renunciamos a participar, la democracia corre el riesgo de dejar de ser un sistema de representación de la ciudadanía, es decir, deja un poco de ser democracia.
Así que la participación no es lo opuesto de la representatividad, sino su garantía. El voto en unas elecciones generales es otra herramienta de participación, y no menor. De nuestro voto depende, cada cuatro años, la composición de un parlamento y de un gobierno. Renunciar a votar es, en buena lógica, un sinsentido para cualquier demócrata, sea de derechas o de izquierdas, de abajo o de arriba. Estoy en contra de que el voto sea una obligación legal, como ocurre en algunos países, pero defiendo que el voto es una obligación cívica. Nunca he escuchado un argumento que me convenza de lo contrario, aunque he escuchado muchos y de personas honestas.
De nuestro voto, decía, depende la composición de parlamentos y gobiernos, pero hay ocasiones, como las próximas elecciones en España, en que uno diría que el voto es más decisivo que en otras. El objetivo es conseguir un parlamento y un gobierno representativos.
Desde los despachos del Partido Popular, que va a perder su mayoría absoluta, pero aún espera tenerla del tipo simple, se ha propagado la idea de que el partido más votado obtiene, por ese hecho, una legitimidad suficiente para gobernar. Esta tesis se basa en la confusión de los conceptos de mayoría simple y representación. En un escenario de muchos partidos con opciones a escaños, es muy posible que la lista más votada sólo represente, por ejemplo, al veinte por ciento de la población, en la medida en que el otro ochenta por ciento no se sienta representada por él.
Ahora imaginemos, por un momento, una papeleta mágica, una papeleta de voto que no sólo recoja el partido con el que más nos identificamos, aquel que mejor nos representaría, sino también aquel con el que menos nos identificamos, aquel cuyas políticas consideramos contrarias a nuestras ideas o a nuestro concepto mismo de la democracia. Tal método de votación existe, pero ahora sólo propongo esta papeleta imaginaria como elemento de mi argumentación.
Así que imaginemos, por un instante, una papeleta de voto mágica en la que podamos expresar tanto el partido con el que más nos identificamos, por ejemplo con una raya diagonal, como aquel con el que no nos identificamos de ningún modo, por ejemplo con un aspa.
El Partido Popular obtendría mi aspa. Como no podré marcarla en la papeleta de voto, que es secreto, dejo aquí constancia de mi elección, con libertad de conciencia y en el ejercicio de mi libertad de expresión.