Dostoievski, autor de Crimen y castigo |
Es cierto que este éxito o su falta puede ser en gran medida independiente de la calidad de la obra. Una cancioncilla, y lo digo sin ánimo peyorativo, es decir, una canción de melodía simple y repetitiva, puede convertirse en el fondo musical de una o varias generaciones. El "Submarino amarillo", de los Beatles, la "Macarena", de Los del Río, han sido obras de éxito internacional que nos han acompañado en momentos de ocio, que han adornado nuestra infancia o nuestras fiestas juveniles, y que se presentaban como objetos curiosos desperdigados en las cunetas de nuestra biografía. Nos gustasen más o menos, estaban ahí, y forman parte de nuestra memoria.
También en la época de Dostoievski hubo cancioncillas populares, y las gentes de su época las corearon, y se amaron y se divirtieron con ellas... Dostoievski, escritor, novelista, fue condenado a muerte por sus ideas.
Este artículo acaba aquí, de momento, presentando simplemente una problemática: qué entendemos hoy por éxito en el arte. He propuesto una comparación entre dos artes distintos (la música y la literatura), dos registros o géneros distintos (la canción popular y la novela) en dos tiempos radicalmente diferentes (la sociedad globalizada actual y la Rusia del siglo XIX).
Pero añado otra reflexión, cambiando la perspectiva: supongamos ahora que una sociedad que no sabe reconocer ni apropiarse de las mejores obras del intelecto y del arte también esté fallando. Sólo es un supuesto. ¿No medimos también los periodos históricos, las sociedades, las civilizaciones, por su capacidad para producir un gran arte, reconocerlo y apropiarse de él? El zarismo del siglo XIX, al condenar a Dostoievski, ¿no estaba dando ya muestras de su impotencia para gobernar la sociedad rusa del siglo XIX?
¿Qué dirán de nosotros dentro de cien años?