Novelas Plurales

Novelas Plurales: La alambrada, Olga y la ciudad, Actores sin papel, Noticias del fin del mundo.

«Mientras algunos se obstinan en destruir, unos pocos nos empeñamos en seguir creando»

25 de octubre de 2015

INTERFERENCIAS: El insurrecto

El insurrecto se imprimió en libro en 1886, tras la muerte de Jules Vallès (1832-1885). No se trata exactamente de una obra póstuma, porque se había publicado previamente por entregas, en vida del autor.
Trilogía de Jacques Vingtras 3
Pero al contrario de lo hecho con El niño y con El bachiller, Vallès no pudo someter el texto a una profunda edición. Tiempo para cuidar los detalles y tiempo para tomar distancia con su propia memoria fueron dos condiciones decisivas en la elaboración de esta trilogía, obra maestra de la novela autobiográfica, social y política.
Hay momentos en que uno echa en falta en El insurrecto esa veracidad deslumbrante, esa verdad literaria, que asoma en cada párrafo de El niño y que nos fuerza a reír en El bachiller. Hay alguna situación narrada de un modo confuso y, a veces, el lenguaje se disloca, la dicción se sincopa, la sintaxis parece estallar en todas direcciones, según ese estilo que años más tarde impondrán los expresionistas. ¿Se mostraba torpe el Vallès de El insurrecto? ¿o acaso estaba experimentando con un lenguaje que diera cuenta de la exasperación nerviosa de la revolución de la Comuna?
Porque ¿cómo narrar la confusión de la guerra civil, las revueltas en las calles, el asalto a los edificios públicos, los incendios, la violenta represión, el genocidio de toda una clase social parisina, la formada por los obreros especializados o blusones, la huida desesperada del protagonista?
Sin El niño y El bachiller, El insurrecto sólo sería una novela importante en la tradición de la narrativa política y, quizá, un antecedente de la literatura expresionista del siglo XX. Pero como final lógico de la trilogía, se eleva a alturas que pocas novelas han alcanzado. Entre el pequeño Jacques, avergonzado de vestir la estrafalaria ropa confeccionada por su madre, y este Jacques adulto, consciente y comprometido, dolido de la crueldad y resentido del fracaso de la justicia, hay una evolución biográfica, emocional y política que los lectores tenemos el privilegio de recorrer en unas horas.
Hay una imagen de El insurrecto, última frase de la novela y de la trilogía, que no sólo es el punto final de esta vida escrita, sino que le da una nueva orientación en lo político, lo biográfico y lo literario.
Finalmente, Jacques ha conseguido huir de París. Partirá al exilio. Es libre de nuevo. ¿Libre? Ahora acaba de cruzar el riachuelo que, nos dice, "sirve de frontera", y se vuelve para mirar hacia la ciudad. Exclama para sí que ya no le podrán detener y que podrá estar otra vez al lado del pueblo, "si de nuevo se lanza a la calle y le fuerzan a luchar".
Éstas son las dos últimas frases de Jacques Vingtras, alter ego de Jules Vallès:
Miro el cielo hacia el lado donde está París. 
Es de un azul frío, salpicado de nubes rojas. Parece un enorme blusón empapado de sangre.
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