Ella venía los martes y los jueves, y hoy no era ni martes ni jueves. Al amanecer, ya tenía los ojos abiertos, pero aguantó con disciplina en la cama hasta que a las ocho sonó el despertador.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
Se aseó desnudo de espaldas al espejo. Se pasó una esponja húmeda por los sobacos, por la entrepierna. Se afeitó la barba al tacto. La bañera era, desde hacía mucho tiempo, el lugar donde se guardaban la fregona, los cubos y los productos de limpieza.
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