A los cinco minutos de haberse sentado en las gradas del estadio de fútbol, Sonia se descalzó y se quitó disimuladamente las medias. Había acudido con su prima, socia del Real Madrid, pero en el tumulto de la entrada se habían separado. Eso carecía de importancia. Era maravilloso encontrarse allí con casi cien mil personas en una tarde soleada, contemplando las evoluciones de los jugadores en el terreno, las líneas blancas sobre el verde, la geometría perfecta.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
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