A su último amante, Rosa lo conoció en un bingo. Era la primera vez que iba a ese establecimiento y se sentó sola a una mesa. A lo largo de la tarde, él la observó desde otra mesa entre partida y partida. El segundo día, él se sentó a su mesa y ella rechazó la copa que le ofreció. El tercer día aceptó la copa. Y el cuarto día, cuando él cantó bingo, insistió en compartir su suerte con ella.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
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