Las diez y cinco de la noche.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
Encarna seguía tras el mostrador de la panadería, la única tienda aún abierta en el barrio, con los brazos cruzados sobre el pecho, la espalda muy recta y la barbilla alzada. Con cara de fastidio miraba alternativamente la calle y su reloj de pulsera. De vez en cuando veía la sombra alargada que precedía a un peatón, luego oía sus pisadas o sus conversaciones, pero los peatones siempre pasaban de largo.
+ info
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por expresar tu opinión.