Antoñito hunde la punta del dedo en la arena y coloca la hormiga en el fondo del cráter. La hormiga mueve con rapidez las patitas, alcanza la cresta del cráter y se aleja en línea recta. De pronto, topa con la palma de la mano que Antoñito acaba de poner, retrocede, la bordea hasta la muñeca y se sube a ella.
El relato completo está incluido en el volumen Aurora
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