La habitación donde se alojaba Marisa no daba a la calle, sino a un pequeño patio interior.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
Había ropa y más ropa colgada de los tendederos, en todas las plantas, de ventana a ventana. La suya estaba entreabierta. Por ella le llegaban trozos de discusiones, de una canción, el ruido de un televisor y de la cisterna de un retrete, y el suave olor a pescado frito del restaurante del bajo.
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