Hoy, los nuevos realistas somos ya conscientes de la incapacidad del lenguaje para totalizar la realidad, para definirla o para reflejarla. Nuestras palabras son como pistas, como aproximaciones a una realidad que, además, se ha mostrado diversa, potencialmente infinita, distinta para cada persona. Creamos con ellas una nueva realidad ficticia, que también es potencialmente infinita, distinta para cada lector.
Ya no pretendemos llamar "pan" al pan. Tampoco nos conformamos con llamar "vino" al vino. Sólo intentamos hablar del pan recién hecho de modo que el buen lector casi pueda olerlo, tocarlo, sentirlo entre sus dientes al morderlo con los ojos cerrados.
Tolstoi. |
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