Las palabras son importantes. Nos ayudan a entender la realidad y a actuar en ella. Mal usadas, nos confunden y atolondran.
Si “ganar algo” significa obtenerlo, conquistarlo, en un sistema parlamentario gana en unas elecciones el partido que obtiene la mayoría absoluta o conquista el apoyo de otros partidos para gobernar.
En las recientes elecciones, el Partido Popular ha sido la fuerza política más votada, pero no ha ganado las elecciones. En otras palabras: el Partido Popular no ha ganado las elecciones, sólo es la fuerza política más votada.
Esto es así aunque los periódicos voceen lo contrario con mayúsculas en sus cabeceras y los noticiarios lo murmuren como un mantra entre anuncio y anuncio de depósitos bancarios… y aunque algún analista brillante lo haya interiorizado hasta el punto de deslizarlo inconscientemente en su columna diaria.
Las imágenes también son importantes. Nuestra sociedad sigue siendo más plural que un mapa de España repintado engañosamente de uniforme azul. Caben muchos colores entre Finisterre y Cabo de Gata, entre Cadaqués y Punta Umbría.
Si el Partido Popular quiere gobernar en minoría como ha declarado, tendrá que negociar y ceder. Tendrá que ceder mucho. Y malos negociadores serían los demás partidos si no consiguen que ceda en más de lo que le gustaría: en algunas de tantas cosas razonables que le demandó buena parte de la sociedad española durante cuatro años y que, encastillado en su ya perdida mayoría absoluta, no escuchó.
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Nota: Según el politólogo Antonio Elorza, «ganar es obtener algo por medio de una acción. Se ganan unas oposiciones o a la lotería tras jugar. Y el 20-D, el partido más votado no ganó nada» («César o nada», El País, 26 de febrero de 2016). Su argumento también se puede aplicar al 26-J.
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