Acabo de enterarme por un amigo, con varios días de retraso, de la muerte de Leopoldo María Panero. Improviso unas líneas. Lo conocí en 2012. Los miembros de aquella fantasía juvenil llamada LEI, la Liga de Escritores Independientes, decidi...mos financiar el viaje de Leopoldo desde Canarias y su estancia en Madrid durante dos días, en un hostal de la calle Arenal. No estaba del todo conforme con la organización y nos pidió que le comprásemos un cartón de tabaco. Amenazó con marcharse si no le comprábamos el cartón. Nunca sabré qué había de personaje y qué de personalidad en su carácter: ni un atisbo de racionalidad... la máscara perfecta para decir lo que otros no se atrevían a decir. Pero también una personalidad pulida para la poesía, para la sensibilidad exasperada con que animaba sus versos. Organizamos un homenaje en la cafetería del cine Alphaville. Algunos la conoceréis, asientos dispuestos en semicírculo, como en un viejo teatro, butacas de cine. Todo prometía ser muy formal: preguntas sobre su poesía, sobre su trayectoria... De pronto, un compañero mío (que no era escritor, ni poeta, pero tenía muy buena dicción y muy buenos pulmones) alzó la voz para recitar unos versos de Leopoldo. Interrumpió a Panero y recitó despacio uno de sus poemas. Los espectadores habíamos tomado la iniciativa, y el loco Leopoldo reconoció en ese gesto un tributo verdadero. Su rostro era de agradecimiento. Recuerdo aquel instante como uno de los pocos momentos auténticos en las aburridas presentaciones literarias. Probad a leer alguno de sus libros de poesía. A él no le molestaba que se le interrumpiera.
Leopoldo María Panero en la Wikipedia
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