Más de tres semanas empleó ZEPO en pintar los cincuenta metros cuadrados del mural. Después de la medianoche, la cabeza embutida en un pasamontañas, llegaba con la escalera, los botes de pintura y una linterna y trabajaba durante tres o cuatro horas. Pintó las ondas del mar salpicadas de sombras de peces y de aves, y el cielo y las nubes, cruzadas por la estela de un avión a reacción. Sobre la línea del horizonte, un sol oscuro con un centro aún más oscuro, como una gran pupila. Y al pie del mural, la frase «Tus ojos reflejan mi horizonte».El relato completo está incluido en el volumen Aurora
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