La vida diaria de Juan y Amparo era una sucesión de pequeñas costumbres. Era la disciplina del hábito la que, según ellos, los mantenía vivos y alerta a sus setenta años. No habían tenido hijos y ya no debían asumir responsabilidades, pero seguían respetando día tras día, monótonamente, el mismo horario.El relato completo está incluido en el volumen Aurora
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