Pilar se había encerrado en el servicio. Había dejado caer el albornoz al suelo y se miraba desnuda en el espejo. Observó los pliegues de la piel de su vientre y la grasa acumulada en las caderas y en los muslos, se subió con ambas manos los dos senos y luego, con la yema del dedo, recorrió las arrugas de su cuello.
Este relato completo está incluido en el volumen Aurora
+ info
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por expresar tu opinión.