Cuando hablamos de la educación pública, conviene recordar
que se instituyó (pues es una institución) para garantizar los derechos
educativos del niño: no de los Estados-nación, ni de las familias, ni de las Iglesias,
ni de los grupos de presión, sino los del niño. Su libertad de conciencia, su
sociabilidad en igualdad, no discriminatoria por razón alguna, ni el sexo, ni el
origen geográfico, ni la clase social, ni la renta... acompañar el despertar de
su asombro y su curiosidad, estimular la adquisición de los códigos con los que
investigamos y conocemos y con los que actuamos en la sociedad...