"De una manera o de otra, todo escritor, todo artista, es lirico; proyecta en su obra sus sentimientos personales y las fricciones o las complicidades de su yo con el mundo que le rodea, sea mundo físico, sea universo de ideas y de valores. La diferencia del artista válido respecto al que no lo es estriba en que la expresión del artista auténtico refleja también los sentimientos, conflictos y complicidades de otros seres humanos, que ven en él a su intérprete o su guía."
Manuel García Viñó, El soborno de Caronte (1995, 2012, ACVF Editorial)