En aquel reino, tras la muerte de cada rey,

En aquel reino, tras la muerte de cada rey, el mundo desaparecía durante una noche. En las horas oscuras, todos permanecían en sus chozas llenos de temor, tumbados boca abajo, hasta que el nuevo rey, poderoso e infalible, recreaba el sol, el horizonte y las leyes por las que se rigen todas las cosas. Estaba prohibido recordar que las nuevas leyes eran exactamente las mismas que las antiguas. Pero el último rey, para liberarlos de la ignorancia, y para liberarse a sí mismo, se suicidó sin descendencia al alba, quedando su cuerpo tendido en medio del poblado.