Novela nonata
Durante buena parte del trayecto el tren fue atestado de viajeros. Sentado al fondo del vagón, echó una cabezada, y cuando despertó, se encontraba solo. Se frotó los ojos, se puso en pie y caminó torpemente hacia la salida, con los sentidos embotados. Era de noche. No había nadie en los andenes, ni en el vestíbulo. Anduvo un buen rato en busca de la salida y finalmente la halló cerrada con cadenas y candados.
Se sentó en un banco del andén a pasar la noche. Los carteles luminosos anunciaban absurdamente la llegada y la salida de trenes que ni llegaban ni salían.
Después de unos días, unas semanas, de lucha insensata por intentar escapar de la estación, acabó adaptándose a su nuevo entorno. Encontró de qué beber y de qué alimentarse. Fue explorando cada rincón de su nuevo hogar. Adoptó un ratón como mascota.
Desde entonces hasta el fin de sus días, asumió el cometido de mantener la estación en perfecto estado. Tardaba casi un mes en completar su ruta de limpieza. Mantenía el sistema de megafonía, el sistema de iluminación, la fontanería, los ordenadores. Sintió alivio el día en que el recuerdo del mundo exterior acabó por borrarse de su mente, aunque no pudo saber a qué se debía tal sensación de bienestar.
(*) Novela nonata: género literario; sinopsis de novela no escrita.
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